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Li Zhensheng

un fotógrafo chino en la Revolución Cultural.

“Soldado rojo de las noticias” es la traducción de los cuatro caracteres chinos impresos en el brazalete que le fue impuesto a Li Zhensheng a finales de 1966, ocho meses después del estallido de la Gran Revolución Cultural Proletaria.

Hoy Li Zhensheng es considerado uno de los mejores fotógrafos de la segunda mitad del siglo XX. “Desde hace un par de años, cuando sus imágenes salieron a la luz en Europa, de ser absolutamente desconocido paso a compartir el panteón de los grandes maestros con nombres como Cartier-Bresson y Sebastiâo Salgado.

Pledge —el hombre que descubrió a Li para Occidente— visitó España junto al fotógrafo chino como parte de la gira europea de presentación en castellano del libro Soldado Rojo de las Noticias (Phaidon), y la exposición de imágenes que la acompaña. El nombre del libro, que incluye 285 imágenes y una autobiografía de Li (desde su nacimiento en el pueblo de Dalian en 1940 hasta el fin de la Revolución Cultural en 1976), hace referencia a la banda roja en el brazo que fue el pasaporte a su libertad como fotógrafo.
“Muchas veces no había problemas con tomar las fotos porque la gente estaba contenta de aparecer en el diario. Pero a veces era un poco problemático porque los guardias rojos podían sospechar algo raro; así que conseguí una de las bandas que ellos usaban y así pude acceder a muchos actos cerrados”, contó Li en Barcelona.

APROBADO POR EL PARTIDO. El trabajo oficial de Li en la década del ‘60 y principios del ‘70 era fotografiar la cara favorable de la Revolución Cultural de Mao Zedong para un diario chino de la provincia de Heilongjiang, en el borde con la ex Unión Soviética. Li, en forma prolija, alimentaba la maquinaria propagandística del partido con imágenes para elevar la moral, pero pronto tomó conciencia de que lo suyo era un testimonio histórico. Así se animó a afrontar un riesgo mayúsculo: incluir aspectos considerablemente más incómodos de la revolución en algunas fotos, arriesgando su vida y su libertad.

El diez por ciento de las fotos de Li, sin duda las más violentas, no fueron vistas por nadie durante 40 años hasta que Pledge entró en su vida. El total constituye la primera historia visual de la Revolución Cultural china, y contiene la única serie completa de fotografías conocidas que documentan todo ese período.
“Yo tuve un maestro, un fotógrafo famoso llamado Wu Xingxian, que dijo que no sólo somos testigos de la historia, sino también responsables de guardar para el futuro esa historia. Yo sentía que las imágenes positivas eran sólo una parte de la historia, así que también fotografié las escenas negativas para que algún día hubiese una historia completa”, explicó Li.

Por eso, mientras publicaba imágenes de miles de jóvenes con sus libritos rojos, flameando banderitas rojas, también sacaba series de fotos como la que muestra a Li Fanwu, el gobernador de la provincia, siendo acusado de arrogancia por usar el pelo como Mao y por lo tanto rapado brutalmente en público al grito de ¡Déjenlo como una cabeza de fantasma!
“Como joven con una buena educación, no me parecía que esto fuese un comportamiento normal. Mientras nos hacían fotografiar la alegría, las escenas crueles y violentas se volvían más y más evidentes”, dice Li.

Li capturó momentos en los que oficiales caídos en desgracia eran humillados frente a multitudes, con su cara salpicada en tinta, símbolos insultantes colgados de sus cuellos, y trapos sucios en la boca. Algunos incluso debían comparecer con bonetes de burro cubiertos de eslogans políticos. Li fotografió cómo se destruían templos e iglesias, la quema de libros y los ataques sobre individuos.

Las imágenes incluyen la ejecución de seis criminales comunes y dos disidentes. En la tierra árida del Cementerio de Huang Shan se los puso en fila con las manos atadas atrás y se les obligó a arrodillarse. Cada uno recibió un tiro en la nuca, recuerda Li. Todo esto lo documentó con su máquina paso por paso. “Nadie me pidió que hiciera primeros planos de los cadáveres, pero eso fue lo que hice. Como sólo tenía lentes de gran angular de 35 milímetros, tuve que acercarme tanto que pude sentir el olor de su sangre”, dice. “Durante los seis meses siguientes no fui capaz de borrar sus rostros de mi memoria. Cuando estaba en la cafetería y veía servir un plato local a base de queso de soja con sangre, que era de color rojo y viscoso, sentía náuseas”.

“Li es único en el sentido de que no es sólo un observador sino parte de la historia. El no era un miembro del partido comunista porque nunca fue aceptado por su espíritu independiente, pero trabajaba para un diario del establishment político, asi que tenía la visión desde adentro, pero a la vez la capacidad de abstraerse, ver en términos históricos lo que estaba viviendo y comunicarlo de manera creativa. Hizo para la fotografía lo que Solzhenitsyn logró en la literatura”, señala Pledge.

Pero pasaba el tiempo y la situación para Li se volvía cada vez más difícil a medida que distintas facciones de Guardias Rojos luchaban por el poder en nombre de Mao. A fines de 1968, el fotógrafo fue acusado de varios cargos, entre ellos el de ser burgués. Junto con su mujer, Zu fue enviado un año después a la escuela Siete de Mayo para ser “rectificado”. Concretamente esto significaba trabajos forzados en lo peor del invierno.
Las cosas se ponían más y más estúpidas. Todo el mundo estaba helado y alguien gritaba “¿tienen frío?” Y había que responder, “¡No porque tenemos el rojo caliente en nuestros corazones!”, recuerda indignado.

Un año después Li pudo volver a su trabajo, donde había dejado treinta mil sobres de papel marrón escondidos bajo el suelo de un piso a lo largo de 35 años, atados con gomas elásticas y ordenados según la época, el lugar y el tipo de película. Cada uno de ellos ocultaba un negativo dentro de una bolsita de papel.
En Cada sobre, con delicada caligrafía china, aparecía una explicación detallada con nombres de personas, títulos oficiales, comunas, comarcas y acontecimientos específicos.
Pero solo se sintió seguro en 1976, después de la muerte de Mao y la caída del Grupo de los Cuatro, los líderes comunistas responsables de las peores persecuciones de la Revolución Cultural. Solo entonces se animó a organizar sus fotografías escondidas. “En ese momento por fin creí que las imágenes políticamente negativas algún día llegarían al público”, dijo.

Sobre su experiencia personal de la Revolución Cultural Li Zhensheng ha hecho pocos comentarios y sintetizó su opinión diciendo: «Fue un desastre humano como otros desastres que azotaron la humanidad a lo largo de la historia. Pero como dice un proverbio chino ‘todo lo malo puede convertirse en bueno’».

Leído originalmente en El pais cultural